La temática laboral en el Género Lírico Español (y VI)

Una de las figuras que más aparecen en el Género Lírico y especialmente en el mal llamado “Chico”, es la del militar, oficio que como dicen las Ordenanzas de Carlos III (1768), hay que amar. Desde sus orígenes los temas castrenses y su música han estado presentes en el Teatro Lírico. Podemos decir que prácticamente y salvo raras excepciones, la mayor parte de los compositores y libretistas de nuestro Género Lírico han incluido en algunas de sus obras personajes de la Milicia – desde soldados a mariscales – y temas musicales de carácter marcial o han dedicado a los Ejércitos y su Historia obras completas como en el caso de “El Tambor de Granaderos”.

Tras un análisis no exhaustivo, hemos registrado más de trescientas piezas teatrales – tonadillas escénicas, operetas, zarzuelas, etc. – Esta ingente producción se acrecienta, como es lógico, durante las campañas de la Guerra de África, Cuba, Puerto Rico y Filipinas y la Guerra de Marruecos.

OBRAS DEL GÉNERO LÍRICO INSPIRADAS EN LAS CAMPAÑAS BÉLICAS

Las obras de las distintas campañas que iremos citando no se refieren solamente a los hechos de armas sino también a su entorno en el que se refleja la vida cotidiana del soldado en tiempo de guerra; sus amoríos fugaces, los cambios de escenario – nunca mejor dicho –; las vicisitudes de la contienda y el nacimiento y desarrollo de determinadas instituciones y costumbres.

La Guerra de África de 1859-1860

Este conflicto bélico, como todos los que tuvieron lugar en el continente africano atrajo la atención de músicos, pintores y literatos que nos legaron un espléndido patrimonio artístico y cultural. En el caso de la Guerra de África muchas fueron las obras musicales que se compusieron, incluidas las zarzuelas dedicadas a las Fuerzas Armadas, pero desgraciadamente se desconocen pues no figuran en los repertorios de las bandas y orquestas civiles y militares. Uno de los principales motivos por lo que no se representan e interpretan es porque quienes elaboran dichos repertorios las consideran piezas de “circunstancias”, es decir, escritas para un hecho determinado de carácter pasajero y además pertenecen en su mayor parte al Género Chico cuya naturaleza no ha sido apreciada en su justo valor. Nosotros no queremos caer en su olvido por lo que citaremos, al menos, las que consideramos más significativas:

  • 1851: “El Campamento”, opereta. José Inzenga.
  • 1857: “El hijo del Regimiento”. Ruperto Chapí.
  • 1859: “Los Cazadores de África”. M. Galiana Falqués.
  • 1860: “La toma de Tetuán”. M. Nieto y Mataña.
  • 1860: “Tetuán por España”. Oudrid, Vázquez y Gaztambide.
  • 1859-60: “El Tambor”. Rafael Hernando
  • 1860: “Por España”. Teodoro San José

De esta época y de esta contienda las dos únicas composiciones que han superado la barrera del tiempo han sido la zarzuela “El Tambor de Granaderos” de Ruperto Chapí y la fantasía militar “La batalla de los Castillejos” de Higinio Marín. En el ámbito de nuestra música marcial escénica, Ruperto Chapí, en nuestra opinión, debiera ocupar el primer puesto, ya que a él se deben no menos de catorce obras líricas de todos los géneros, zarzuelas grandes y chicas, óperas… Entre otras zarzuelas podemos citar: “Academia militar”, “El cura del Regimiento”, “Los guerrilleros”, “Los hijos del Batallón” o “Los quintos de mi pueblo”.

Aunque en las biografías de Chapí apenas se habla de su vida militar, sí se indica al menos que en 1872, con 21 años de edad ganó por oposición la plaza de Músico Mayor (director) de la Banda de Música de del Regimiento de Artillería a pie nº 1 de guarnición en Madrid, dedicando todo su esfuerzo y entusiasmo a mejorar el nivel artístico de su Banda de Música, lo que consiguió debido a sus excepcionales dotes como director y compositor. Una de sus zarzuelas más célebres, “El Tambor de Granaderos” fue estrenada el 16 de junio de 1894 en el Teatro Eslava de Madrid. Su texto, de Emilio Sánchez Pastor, aborda una temática completamente militar. Transcurre la acción de esta zarzuela en Alcalá de Henares y en Madrid, poco después de la gesta del 2 de mayo de 1808. La trama argumental se centra en el dramático dilema del tambor Gaspar ante la alternativa de ser leal a su patria, España, o jurar fidelidad a la bandera y a un rey, José I Bonaparte, de Francia, nación extranjera e invasora.

De esta obra destacan el pasodoble militar, el acto de la Jura de la Bandera y sobre todo el preludio, página de carácter sinfónico que todavía siguen interpretando las bandas y orquestas militares y civiles como por ejemplo la Orquesta Sinfónica de Mujeres de Madrid que el pasado 8 de marzo de 2020 interpretó el citado preludio en un concierto que tuvo lugar en el Auditorio Teresa Berganza de Villaviciosa de Odón conducida por Isabel López Calzada, directora titular de dicha orquesta, musicóloga y profesora de Historia y Estética de la Música Marcial en el Instituto de Historia y Cultura Militar.

Las campañas de Cuba, Puerto Rico y Filipinas enmarcadas en la Guerra Hispano-norteamericana de 1895-1898.

Aunque en los himnos y cantos militares se refleja el espíritu de los españoles en el 98, es en la música escénica y más concretamente en la zarzuela donde se manifiesta quizás con mayor fidelidad su estado de ánimo. Una vez más, los autores de la españolísima zarzuela se inspiran en los hechos trágicos y heroicos y también en la cotidianidad de nuestros soldados en San Juan, Cavite y Manila para componer obras como: “A Cuba y ¡Viva España!”, de Cabas, Damas y Cortés (1895); “Cuba”, de Reig y López (1896); “Banderín de enganche y mujeres para Cuba”, de Barretta y Osuna (1896), “España en Cuba”, de Peydró y Caballero etc.

De todas las obras escritas sobre las campañas de ultramar desde 1895 hasta 1898, solo ha llegado hasta nosotros “Gigantes y Cabezudos”. Aunque compuestas en fechas anteriores y sobre temas ajenos al drama del 98, cobran en este año especial relevancia las zarzuelas de “Los Voluntarios” y “Cádiz”, que se siguen escuchando en nuestros días.

Los Voluntarios

Zarzuela cómica en un acto con música de Gerónimo Giménez y libreto de Fiacro Yraizoz. Fue estrenada el 28 de julio de 1893 en el Teatro Príncipe Alfonso de Madrid. Transcurre en un pueblo de Aragón que se engalana y alboroza para recibir a los soldados catalanes que voluntariamente van a luchar por España en tierras africanas. Los personajes de la obra son parte de las fuerzas vivas del lugar: el alcalde, el secretario del ayuntamiento, los dueños de la fonda, el sacristán y el viejo hidalgo que no deja de jalear las virtudes castrenses de los voluntarios. Tras un breve diálogo entre los personajes citados se oyen toques de cornetas y aparece en escena una unidad militar de soldados que entran cantando el pasodoble de “Los Voluntarios” con esta letra:

Aquí están los voluntarios

que hoy se van a la campaña

cuando vuelvan victoriosos serán la gloria de toda España.

Qué alegres van en formación

a pelear por la nación

y cumplirán con su deber

hasta morir o hasta vencer.

Desde el punto de vista musical, el pasodoble militar de “Los Voluntarios” es realmente original, comparable realmente a los mejores cantos de La Legión. Su fuerza arrolladora, su belleza melódica y ese toque de gracia y donaire que tan acertadamente le dio su autor, hacen que esta obra sea sencillamente extraordinaria. A sus acordes hemos desfilado y siguen desfilando nuestros militares, convirtiéndose en la composición castrense más interpretada y de mayor representatividad no sólo de la Infantería sino de todo el Ejército español.

Gigantes y Cabezudos

Zarzuela en un acto con música de Manuel Fernández Caballero y letra de Miguel Echegaray. Tuvo lugar su estreno el 29 de noviembre de 1898 en el Teatro de la Zarzuela de Madrid. De todas las obras compuestas por el autor ésta fue la que alcanzó mayor popularidad. Dos razones poderosas contribuyeron a su éxito; su calidad artística y el momento psicológico de su estreno que coincide con la tragedia ultramarina de 1898.

El tema central de la obra trata sobre la constancia y la fidelidad de una mujer, Pilar, a su novio que se halla prestando el servicio militar en África, y de la superación de una serie de obstáculos que habrán de salvar los protagonistas para llevar a buen término su relación amorosa. Tres cuadros destacan del argumento; el primero tiene como fondo la plaza del Mercado de Zaragoza donde las vendedoras de frutas y hortalizas protestan por los impuestos y surge la canción que dice: “Si las mujeres mandasen, en vez de mandar los hombres, serían balsas de aceite los pueblos y las naciones”. El segundo cuadro ofrece también otro número famoso, el “Coro de los repatriados”, una de las páginas más bellas y emotivas de nuestra zarzuela en la que los soldados que vuelven de las campañas de ultramar cantan sus añoranzas y su amor a la Patria. El último cuadro se desarrolla el día de la Virgen del Pilar, salen los gigantes y cabezudos que simbólicamente representan el espíritu gigantesco y tenaz, expresado musicalmente en una inigualable jota que por sí sola justificaría la fama de esta zarzuela.

Cádiz

Zarzuela en dos actos. Música de Federico Chueca y Joaquín Valverde escrita por Javier de Burgos estrenada el 20 de noviembre de 1886. El argumento de esta obra nada tiene que ver con las campañas de ultramar, pero es precisamente la marcha militar de esta zarzuela la que marcó el paso de los soldados que partían a cuba, Puerto Rico y Filipinas. La letra de esta famosa marcha está ligada al tema principal de la zarzuela, la narración del asedio de la ciudad de Cádiz por los franceses en la Guerra de la Independencia de 1808-1814, y dice así:

¡Viva España!

que vivan los valientes

que vienen a ayudar

al pueblo gaditano

que quiere pelear.

Y todos con bravura

esclavos del honor

juremos no rendirnos

jamás al invasor.

Entre las composiciones marciales que más se interpretaron durante las mencionadas campañas de ultramar destacaríamos los pasodobles militares “¡Qué viva el Ejército!”, de Villar, “Guerra al yankee”, de Rodríguez y “Los voluntarios” de Giménez. Sin embargo, fue la marcha de “Cádiz” la que polarizó el entusiasmo de las multitudes que aclamaban a nues tros soldados, hasta el punto de que en cierto sentido llegó a considerársela un segundo Himno Nacional, como ocurre en Gran Bretaña con el “Rule Britannia”, Austria con la “Marcha de Radezski” y Hungría con la de Racoczy.

Guerra de Marruecos: 1909-1927

El 9 de julio de 1909 un grupo de rifeños atacó las obras del ferrocarril de la Compañía de las Minas del Rif causando la muerte de seis obreros y varios heridos entre quienes trabajaban allí. Este hecho, precedido de otras acciones análogas provocadas por las tribus rebeldes de la Yebala y el Rif, prendieron la mecha de una larga y cruenta guerra. Las primeras operaciones de la campaña son desafortunadas y dramáticas para nuestro ejército. Todavía resuena el eco histórico del “Barranco del Lobo” en una canción infantil con esta letra:

En el Barranco del Lobo

hay una fuente que mana

sangre de los españoles

que murieron por la Patria

pobrecitas madres

cuanto llorarán

al ver que sus hijos

a la guerra van.

Tras los primeros reveses, nuestras tropas obtienen el primer triunfo el 29 de septiembre del citado año con la ocupación del Monte Gurugú, situado frente a Melilla, que también anduvo en coplas populares y algún cante flamenco. Esta victoria dio origen a las primeras composiciones musicales castrenses de la contienda, entre otras muchas “La toma del Gurugú”, canción-marcha de Jesús Veyán con música del gran compositor y Músico Mayor (director) de la Charanga del Batallón de Cazadores de Llerena, Pascual Marquina, que intervino en las operaciones de guerra.

Artículo escrito por Antonio Mena Calvo. Graduado Social. Académico Correspondiente de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo y de la Academia de Ciencias y Artes Militares

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