La temática laboral en el Género Lírico Español

A nuestro juicio son dos los factores principales que favorecieron el auge y desarrollo del mal llamado Género Chico: La introducción del teatro por horas y el clima de libertad de expresión propiciado por la Revolución de 1868, que tendrá como fondo la “cuestión social”.

La fórmula del Teatro por horas se basaba en ofrecer al público cuatro obras distintas de un acto, cuya duración era aproximadamente de una hora en vez de dos o tres como ocurría en la Zarzuela Grande; esto permitía bajar el precio de las localidades en un 50%, haciendo así asequible el espectáculo a las clases más modestas oprimidas por las sucesivas crisis económicas. Por otro lado la relativa libertad de expresión, dependiente en cada momento de la coyuntura política, permitía la representación de obras sobre temas relacionados con la sátira y la crítica socio-política inviable en épocas anteriores.

En este nuevo periodo de interrelación de la Zarzuela lo es preferentemente con la clase trabajadora y su entorno familiar y profesional, de ahí que su mayor parte de los personajes del Género Chico sean modestos funcionarios -a veces cesantes-, trabajadores manuales, comerciantes y gentes del campo.

Decimos “mal llamado Género Chico”, porque este calificativo no le corresponde ya que hace referencia al tiempo de duración de sus zarzuelas pero no a su calidad artística que en muchos casos supera a la de las Zarzuelas Grandes e incluso a la de las operetas. En defensa del Género Chico alzaron su voz, entre otros: Benito Pérez Galdós, escritor; Emilio Serrano, compositor; José Subirá, especialista en la tonadilla escénica; Antonio Fernández Cid, crítico musical y otros.

El Género Chico nació en 1867 siendo “La canción de la Lola”, la primera obra con música de este género, en este caso de Chueca y Valverde. El libreto fue escrito por Ricardo de la Vega y la pieza fue estrenada en el Teatro de la Alhambra el 25 de mayo de 1880.

La ciudad y sus gentes que inspiró en su mayor parte a los autores del Género Chico ha sido Madrid, en ella se desarrolla el argumento de las principales zarzuelas chicas que según el escritor y tratadista F. Hernández Girbal forman la “grandiosa tetralogía madrileña” integrada por: La Gran Vía (1886). La verbena de la Paloma (1894). Agua, azucarillos y aguardiente (1897). La revoltosa (1897). (3)

Uno de los primeros compositores en captar el ambiente de las clases populares urbanas fue Ruperto Chapí (1851-1909), Músico Mayor del Regimiento de Artillería de Campaña de Madrid. En 1880 estrena su zarzuela “La calle de Carretas”. Cinco años después será Federico Chueca y Joaquín Valverde, compositores inseparables, quienes estrenaban otra zarzuela costumbrista y ambiental “Un domingo en el Rastro”, pero será su segunda obra “La Gran Vía”, puesta en escena en 1886, la que iniciará el proceso ascendente del Género Chico y donde veremos reflejado uno de los oficios más antiguos y modestos, el de la sirvienta o criada, como se decía entonces, personificado en la figura de la Menegilda que nos narra sus cuitas con esta romanza:

“Pobre chica La que tiene que servir Más valiera Que se llegase a morir.”

El gran éxito alcanzado por esta zarzuela animó a sus autores a componer “El año pasado por agua”, en la que aparecen otros oficios como el de modista -que figurará en múltiples obras-, la vendedora de aguardiente, un cochero, guardias municipales y un sastre. En 1894 se estrena una de las joyas más preciadas del Género Chico, “La verbena de la Paloma”. En ésta sus autores, Ricardo de la Vega y el Maestro Bretón, hacen un magnífico retrato de una serie de profesiones y oficios que se irán completando en posteriores zarzuelas. Como sabemos, el personaje central de “La verbena de la Paloma” es el boticario don Hilarión, esto permite enmarcar parte del argumento de la obra en la botica y ofrecer algún apunte relacionado con su función, que se contempla en ese delicioso diálogo de Don Hilarión con su amigo Don Sebastián en estos términos:

“El aceite de ricino Ya no es malo de tomar. Se administra en pildoritas y el efecto es siempre igual. Hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad. “

Otro apunte interesante de carácter socio – económico nos lo da el segundo personaje masculino, Julián, cuando en la escena V se lamenta ante la Señá Rita así:

“Y que un honrado cajista ¡maldita sea lá! que gana cuatro pesetas y no debe ná.”

 Un nuevo personaje encontramos en “La verbena de la Paloma”, el sereno, desgraciadamente desaparecido, que mantiene una sustanciosa conversación con una pareja de guardias municipales sobre la “custión” social y los impuestos, tema que se repetirá en la zarzuela “Gigantes y Cabezudos”, de M. Echegaray con música de M. Fernández Caballero, cuando las vendedoras de frutas y hortalizas del mercado de Zaragoza protestan diciendo:

“Anda y dile al Alcalde que diga al Gobernador que no respondo del orden que el orden lo turbo yo. Con tanto impuesto ahogada estoy. Mi sangre quieren yo no la doy.”

“AGUA, AZUCARILLOS Y AGUARDIENTE”

Tercera zarzuela de la tetralogía madrileña, fue escrita por Miguel Ramos Carrión, la música se debe a Federico Chueca y Joaquín Valverde, heraldos de Madrid, que una vez más dieron en la diana de la popularidad, la gracia y el casticismo de la mejor ley que impregna todas sus obras. En esta pieza lírica cobran una especial relevancia los coros de oficios de niñeras, barquilleros y panaderos. Comienza la obra con el coro de niñeras que hablan de sus quehaceres:

“Las señoras nos mandan a Recoletos con los bebés pa que tomen el fresco por los jardines, ¡arza y olé!.”

 El segundo número lo interpretan los barquilleros que en los parques hacían las delicias de los niños, niñeras y militares sin graduación, como así se llamaba entonces a los soldados en los espectáculos -circos, teatros, bailes, etc.-. Los barquilleros madrileños dicen de dónde vienen y qué hacen:

“Venimos de la Ronda de Embajadores al lado de la Ribera de Curtidores. Pasamos nuestra vida con los chiquillos que son los que consumen nuestros barquillos”. Aunque más adelante dicen: “Las niñeras y los soldaos por nosotros están pirriaos les dan cuartos a los chiquillos para que lo jueguen a los barquillos y a los ocho, u diez u doce, que les damos por favor se los comen casi siempre entre la niñera y el gastador.”

Y llegamos a “La revoltosa”, la última pieza de la tetralogía madrileña, obra en la cual Chapí se consagró como uno de los compositores más brillantes y aclamados del Género Chico, al igual que lo fuera en la Zarzuela Grande.

“La Revoltosa”, estrenada en el Teatro Apolo de Madrid el 25 de noviembre de 1897, fue objeto de los más encendidos elogios por parte del público y de la crítica, tanto por el libreto de López Silva y Fernández Shaw, como por la música. En el primer caso un anónimo comentarista de “La Ilustración Española y Americana afirma con entusiasmo: “La Revoltosa” más que una zarzuela chica, como se ha dado en llamar… es una verdadera opereta cómica de un corte y sabor genuinamente popular y español. El libro es un perfecto sainete, en el que los tipos representados por los personajes son humanos… en una palabra, personajes de carne y hueso que todos reconocemos…”

En el “Heraldo de Madrid”, M. Espada en relación con la música dice: “toda ella lleva el sello particular de tan eximio maestro”, refiriéndose a su autor R. Chapí. (4). Tras Federico Chueca y Joaquín Valverde, Tomás Bretón y Ruperto Chapí, es Tomás López Torregrosa, uno de los compositores que más se han identificado con el espíritu y el carácter madrileño plasmado magistralmente en zarzuelas como “El Santo de la Isidra” (1898); “La fiesta de San Antón” y “El pobre de Valbuena”. En estas obras se entrecruza el aire festivo de la verbena o la romería con los grandes y pequeños problemas e inquietudes de las gentes humildes de Embajadores o Lavapiés, ante la coyuntura de empeñar o desempeñar un mantón de manila o acudir a un juzgado de guardia a prestar declaración. Todo ello sazonado con la sal y pimienta de historias amorosas de celos y desplantes de mozas de rompe y rasga y chulapos castizos y postineros. En este retrato de la sociedad española de los siglos XIX y XX, está la clave de su permanencia en el tiempo y el favor de los públicos.

Artículo elaborado por Antonio Mena Calvo Graduado Social. Académico Correspondiente de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo y de la Academia de Ciencias y Artes Militares.


  • IBERNI, Luis G. “Ruperto Chapí”. Ediciones ICCM. P. 250-251.
  • GÓMEZ AMAT, Carlos. “Historia de la música española” 5. Siglo XIX. Alianza Editorial. Alianza Música. Madrid. 1988. 343 p.
  • HERNÁNDEZ GIRBAL, Florentino. “Federico Chueca”. El Alma de Madrid. Ediciones Lira. Madrid. 1992. 506 p.
  • IBERNI, Luis G. “Ruperto Chapí”. Instituto Complutense de Ciencias Musicales (ICCMU). Madrid. 575 p.
  • I DICCIONARIO DE LA ZARZUELA. ESPAÑA E HISPANOAMÉRICA. Director y Coordinador. Emilio CASARES RODICIO. ICCMU y FUNDACIÓN DE LA ZARZUELA ESPAÑOLA. Madrid. 2002. 962 p.
  • EL LIBRO DE LA ZARZUELA. Ediciones DAIMON. Madrid. 1982. 377

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