Desde sus orígenes el Género Lírico español ha abordado en sus distintas formas líricas –zarzuela, tonadilla, comedia musical, etc.- los temas del mundo del trabajo y su problemática, generalmente en tono festivo y desenfadado, aunque en alguna ocasión surja el apunte dramático. Una de las citadas formas poético-musicales es la tonadilla escénica, breve pieza teatral en la que alternan, al igual que en la zarzuela, música y palabra a la que uniríamos la danza, todo ello en veinte minutos como máximo.
En esta modalidad escénica intervienen un reducido número de actores por lo que se denomina “monológica” o de un solo personaje, cuando pasa de este número se llama tonadilla de a dos, de a tres, así hasta seis, si excede de este número “generales”.
La tonadilla se representaba a modo de entremés en el intermedio de las comedias o dramas o también como epílogo. En poco tiempo alcanzó gran popularidad y el favor de todos los públicos; entre los motivos que posibilitaron su gran auge fue el que sus autores supiesen captar y reflejar en la escena los usos, costumbres, inquietudes y vivencias del pueblo llano, de forma análoga a lo que cien años después sucederá con la zarzuela del género chico.
A finales del siglo XVIII se inicia el declive de la tonadilla escénica; debido esencialmente a la desnaturalización de su trama argumental que abandona en cierta medida esos temas populares, que son los que la encumbraron.
Ciertos autores consideran que la tonadilla escénica decayó́ por su baja calidad artística, bien es verdad que la mayor parte de los ataques fueron contra los textos literarios de las obras más que a la música, pero aun así́ ésta sufrió́ también los embates de la crítica.
La realidad de esta forma musical es que ha sido elogiada por personalidades como el destacado musicólogo Rafael Mitjana que dice; “Las tonadillas ofrecen páginas de primer orden, no sólo por el color y la nota pintoresca, sino también por la profundidad de pensamiento y la fuerza expresiva”.
La temática laboral
El repertorio tonadillero estrenado entre 1750 y 1799 recoge prácticamente la totalidad de actividades laborales de la época. Por ejemplo, el de albañil, que entre otras tonadillas figura en la de: “los albañiles y chasco de cortejantes” de Pablo Esteve:
Pobre albañil
me veo con mujer bella
y hace más de tres meses que no echo pella . . . . .
Otro de los grupos profesionales más populares en las tonadillas es el de los comerciantes y vendedores ambulantes. Abre este espacio la tonadilla de Esteve “El aceitunero, una maja y el esportillero”:
De vender aceitunas mi vida paso . . .
Oigan las seguidillas chuscas, graciosas
en que cada cual vende distinta cosa . . .
En el apartado de las profesiones liberales aparecen las jurídicas en “El abogado y la cocinera”, de José́ Castel (1765) y en “Los letrados fingidos o el abogado” de L. Misón. El mundo de la Medicina se refleja en “El médico” (1799) de P. del Moral; “El médico disfrazado” de Marcolini, y “El doctor”, de Misón. La docencia está representada en “Los maestros” de L. Misón.
También aparecen empleos relacionados con el ejército y todas sus profesiones, desde cabo a general . La tonadilla más difundida sobre este tema es “La cantada vida y muerte del General Malbrú”, de Jacinto Valledor:
Mambrú se fue a la guerra
mire usted, mire usted qué pena Mambrú se fue a la guerra
no sé cuando vendrá